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¿La pizza es sana o simplemente deliciosa? Hablemos de ello

La pizza tiene mala fama. Algunos dicen que es pura basura de la que hay que mantenerse alejado, otros juran que está totalmente bien si se come de la manera "correcta". Entonces... ¿quién tiene razón? Sinceramente, en algún punto intermedio. La pizza puede ser una comida sólida y nutritiva o simplemente un desastre grasiento y procesado; todo depende de cómo esté hecha, qué lleve y cuánto comas. En esta guía, hablaremos de ello sin culpabilizarte por la comida. Sin sermones, sin tonterías del tipo "no vuelvas a comer pizza nunca más": sólo consejos directos, un poco de sentido común y, sí, permiso total para disfrutar de esa porción en la que has estado pensando.

Y si eres de los que les gusta experimentar en la cocina, aquí es donde ReciMe puede hacer que las noches de pizza sean aún mejores. Puedes guardar tus recetas de masa saludables favoritas, hacer un seguimiento de las combinaciones creativas de ingredientes e incluso planificar una semana de comidas en torno a tu noche de pizza. Tanto si estás haciendo una base de coliflor, probando una nueva salsa o llenándote de coloridas verduras, tener todas tus recetas en un solo lugar hace que sea más fácil disfrutar de la pizza a tu manera, sin perder de vista tus objetivos de salud.

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El espectro de la pizza: No todas las porciones son iguales

Llamar a la pizza simplemente "sana" o "insana" es como decir que todos los libros son buenos o malos. Los detalles importan. Una pizza de pepperoni congelada de la tienda de la esquina es muy distinta de una pizza vegetariana casera con masa integral.

A continuación te mostramos algunos de los tipos más comunes:

  • Pizza congelada: Rápidos y fáciles, pero a menudo repletos de sodio, azúcares añadidos y grasas saturadas. Los conservantes, los aromatizantes artificiales y las carnes procesadas son los principales responsables del sabor.
  • Pizza rápida: Suelen tener muchas calorías, mucho queso y carne grasienta, y poca fibra. Algunas pizzas congeladas y procesadas pueden contener ingredientes como jarabe de maíz de alta fructosa o glutamato monosódico.
  • Pizza estilo pizzería: Puede ser un mejor término medio, dependiendo de la tienda. Algunos utilizan masa fresca, queso de verdad y salsa hecha con tomates enteros sin azúcar añadido.
  • Pizza casera: La opción más personalizable con diferencia. Usted controla la corteza, la salsa, el queso y los ingredientes, lo que significa que puede hacerla tan indulgente o tan sana como quiera.

Como casi todo en nutrición, el contexto lo es todo. La pizza no es automáticamente buena o mala: todo depende de los ingredientes y las porciones. Hecha con elementos frescos y ricos en nutrientes y disfrutada con moderación, la pizza puede ser nutritiva y deliciosa. Sólo tienes que ser consciente de lo que eliges... y quizás saltarte la masa rellena de vez en cuando.

¿Qué hace que la pizza sea "poco sana"?

La pizza no es un "peligro para la salud" por defecto, pero algunos de los ingredientes habituales pueden hacer que lo parezca. A continuación te explicamos en qué se equivocan la mayoría de las tartas y qué puedes hacer para evitarlo:

  • La trampa de la harina blanca: ¿Esa corteza esponjosa y chiclosa que todos conocemos y amamos? Suele estar hecha de harina blanca refinada, que el cuerpo quema más rápido que un maratón de comedias románticas en un día lluvioso. Traducción: volverás a tener hambre antes de terminar de fregar los platos. Cámbiala por una base de trigo integral, garbanzos o coliflor y obtendrás más fibra y una inyección de energía más constante.
  • El desfile de la carne: Pepperoni, salchichas, bacon... deliciosos, sí, pero estos tipos son básicamente las estrellas del rock del sodio y las grasas saturadas. Genial para un concierto de una noche, pero no tanto para una residencia regular en tu dieta. Prueba con pollo a la plancha, pavo o incluso verduras asadas para un bis más ligero.
  • La avalancha de queso: El queso es un héroe con moderación, hola, calcio y proteínas, pero cuando lo amontonas como una tormenta de nieve, te estás apuntando a una sobrecarga de grasa y sodio. Mantén la capa de queso fina y deja que los ingredientes se encarguen del sabor.
  • Salsa con secreto: Algunas salsas de pizza de bote o de cadenas de restaurantes llevan más azúcar que un menú de postres. Si alguna vez te has preguntado por qué tu porción "salada" sabe un poco dulce, es por eso. Una rápida salsa casera con tomates triturados, aceite de oliva y hierbas aromáticas lo soluciona en cuestión de minutos.
  • La espiral de "sólo un trozo más: A todos nos ha pasado: la tele encendida, la caja de pizza abierta y, de repente, no queda más que un trozo de masa y algo de remordimiento. Sírvete una porción, emplátala y acompáñala de una ensalada. Es más difícil pasarse cuando no comes directamente de la caja.

En resumen: la pizza no es el villano. Es solo que a la forma en que solemos hacerla y comerla le vendría bien un poco de... llamémoslo "edición creativa".

La pizza y el control de las porciones: El factor decisivo

La cuestión es la siguiente: aunque la pizza se elabore con ingredientes frescos e integrales, comerse un pastel entero de una sentada no es precisamente una victoria para el organismo. El tamaño de las porciones es uno de los factores más importantes a la hora de decidir si la pizza te favorece o te perjudica.

Si se come con moderación, la pizza puede encajar en casi cualquier estilo de alimentación, incluso en dietas bajas en carbohidratos, sin gluten o basadas en plantas, si la masa y los ingredientes se eligen con cuidado. El problema es que es fácil comer pizza en exceso. Está caliente, es reconfortante y esos momentos de "sólo un trozo más" pueden aparecer rápidamente.

Una forma sencilla de mantener el control es servirse una ración en lugar de comer directamente de la caja. Sírvete una o dos porciones, ponlas en un plato y tómate tu tiempo. Fíjate en cuándo empiezas a sentirte satisfecho en lugar de atiborrado.

Consejo profesional: Acompaña tu pizza con una gran ensalada verde, verduras asadas o incluso una taza de sopa antes de comerla. La fibra y los nutrientes adicionales te ayudarán a saciarte para que puedas disfrutar de la pizza sin pasarte. Seguirás disfrutando de todo el sabor y la satisfacción, pero sin el bajón post-pizza.

Cómo encajar la pizza en un estilo de vida saludable

Ahora las buenas noticias: la pizza puede ser algo más que un placer culpable. Con las opciones adecuadas, puede ofrecer una mezcla sorprendentemente equilibrada de macronutrientes -carbohidratos, proteínas y grasas- en un solo plato. La clave está en los ingredientes que elijas.

Salsa de tomate = Licopeno

Los tomates son naturalmente ricos en licopeno, un antioxidante relacionado con la salud del corazón y un menor riesgo de ciertos tipos de cáncer. Y aquí está el giro divertido: la cocción de los tomates, como en la salsa de la pizza, en realidad hace que el licopeno esté más disponible para su cuerpo. Así que sí, la salsa de la pizza puede estar haciendo algo más que añadir sabor.

Queso = Calcio y proteínas

El queso suele tener mala fama, pero con moderación es una fuente sólida de calcio, proteínas y minerales que ayudan a mantener los huesos fuertes. Opta por un queso de calidad, no te pases con los puñados y obtendrás sus beneficios sin pasarte.

Corteza = Carbohidratos complejos (si se eligen bien)

Cambia una corteza blanca refinada por una de trigo integral, garbanzos o coliflor, y de repente estarás añadiendo fibra, vitaminas del grupo B y más energía sostenida a tu comida. Estas opciones también tienden a llenar más, lo que significa que es menos probable que te pases.

Ingredientes = infinitas opciones nutricionales

Aquí es donde realmente brilla la pizza. Ponle pollo a la parrilla, espinacas, champiñones, pimientos, rúcula o ajo, y estarás aportando vitaminas, minerales, antioxidantes y fibra extra. Es una de las formas más fáciles de convertir una comida reconfortante en algo que realmente alimente tu cuerpo.

Cuando se elabora con ingredientes reales y ricos en nutrientes, la pizza puede cumplir muchos de los requisitos de una comida equilibrada y, además, tener un sabor increíble.

¿Y los niños y la pizza?

Si tienes hijos, probablemente ya sepas que para ellos la pizza es su propio grupo de alimentos. Es rápida, se le puede echar casi de todo y rara vez se quejan cuando llega a la mesa. El problema no es que a los niños les encante la pizza (¿a quién no?), sino el tipo de pizza que comen y la frecuencia con que aparece en el menú semanal.

¿Un trozo grasiento de la cadena local de comida rápida de vez en cuando? No pasa nada. Pero cuando se trata de un par de noches a la semana, es cuando empieza a sustituir a las comidas con un poco más de... ya sabes... nutrición real. Muchas pizzas congeladas o de cafetería están cargadas de sodio y hechas con cortezas de harina blanca y carnes procesadas, que no le hacen precisamente ningún favor a sus cuerpecitos. Con el tiempo, esas cosas se acumulan.

¿La ventaja? La pizza no tiene por qué ser comida basura. Si utilizas una masa fina de trigo integral (o incluso de coliflor si tus hijos la toleran), salsa de tomate fresca, suficiente queso y un montón de verduras de colores, tendrás una comida con carbohidratos, proteínas, calcio y antioxidantes, todo en uno. Acompáñalo con algo de fruta o una ensalada rápida y tendrás algo que aprueban tanto los niños como los padres.

Además, y esta es la parte favorita, hacer pizza juntos puede ser realmente divertido. Deja que los niños "diseñen" sus propias porciones con los ingredientes frescos. Por alguna razón, cuando la hacen ellos mismos, es mucho más probable que se coman las espinacas o los pimientos que normalmente dejarían a un lado. Además, la cena se convierte en una actividad y no en otra cosa más que cocinar.

Cómo hacer una pizza más sana (y que siga sabiendo bien)

No hace falta dejar la pizza para comer bien. Sólo tienes que ser un poco estratégico, sobre todo si es algo que te gusta a menudo. Los pequeños retoques pueden marcar una gran diferencia sin sacrificar el sabor ni la satisfacción. A continuación te explicamos cómo mejorar tu porción:

  1. Adelgaza: Olvídate de los platos hondos y las cortezas rellenas. Una base más fina implica menos carbohidratos y calorías, y permite que los ingredientes brillen en lugar de sentirse agobiados por el pan.
  2. Elige cortezas integrales o vegetales: Las cortezas a base de trigo integral, garbanzos, coliflor o incluso calabacín aportan un extra de fibra, nutrientes y un poco más de aguante que la simple harina blanca.
  3. Usa menos queso: La calidad es más importante que la cantidad. Una cantidad moderada de buen queso le proporcionará ese sabor cremoso y fundente sin pasarse con las grasas saturadas y el sodio.
  4. Añade muchas verduras: Pon muchas verduras de colores para que sean crujientes, sabrosas y muy nutritivas. Los pimientos, los champiñones, las espinacas, los tomates, la rúcula y las cebollas son opciones estupendas que no sobrecargan el recuento de calorías.
  5. Evita las carnes procesadas: Cambia el pepperoni o la salchicha por proteínas magras como pollo a la parrilla, pavo o incluso proteínas vegetales como el tofu o el tempeh. Seguirás obteniendo ese bocado satisfactorio, pero con mucho menos sodio y grasas saturadas.
  6. Cuidado con la salsa: Muchas salsas compradas en tiendas esconden azúcar añadido. Busca listas de ingredientes sencillas o, mejor aún, haz la tuya propia en casa con tomates frescos o en conserva, aceite de oliva y hierbas aromáticas.
  7. Reparte las raciones con conciencia: Sírvete una porción o dos y acompáñalas con una ensalada o verduras asadas en lugar de comer directamente de la caja. Disfrutarás igual de la pizza, pero sin la sensación posterior de "me he pasado".

Al hacer estos cambios, no estás convirtiendo la pizza en comida dietética, sólo estás conservando todas las mejores partes y asegurándote de que te sientes bien después del último bocado.

¿Se puede perder peso sin dejar de comer pizza?

Respuesta corta: sí. No tienes que prohibir la pizza en tu vida para que la báscula se mueva en la dirección correcta. De hecho, si la eliminas por completo, lo único que consigues es que te apetezca más y acabes cayendo en la espiral de "bueno, he arruinado mi dieta, así que mejor me la como entera". He pasado por eso.

El truco está en hacer que la pizza encaje en tu plan de alimentación general sin dejar que se apodere de ti. La pizza casera es tu mejor aliada. No te pases con el queso, elige una masa con algo de fibra y ponle muchas verduras para que tu porción parezca más grande sin ser una bomba de calorías. Incluso puedes usar una pita o tortilla integral para hacer una pizza de tamaño personal súper rápida que te pique el gusanillo sin pasarte. Las masas vegetarianas, como la de coliflor o calabacín, siguen dándote ese bocado que quieres, pero con un poco menos de culpa.

Las porciones también importan, y mucho. Come despacio, pruébalo de verdad y, tal vez, pon una ensalada o verduras asadas en el plato de al lado. De ese modo, uno o dos trozos te dejarán contento en lugar de perezoso. Pero si te comes media pizza grande cada dos noches... sí, eso te va a pasar factura. Mantén el equilibrio y la pizza no te abandonará mientras alcanzas tus objetivos.

Reflexiones finales: La pizza no es el enemigo

Entonces, ¿es sana la pizza? A veces. ¿Es deliciosa? Siempre. El hecho de que la pizza contribuya a tus objetivos de salud o los sabotee depende totalmente de cómo esté hecha, de la cantidad que comas y de la frecuencia con que lo hagas.

La pizza puede formar parte de una dieta sana y equilibrada. La clave está en ser consciente, no restrictivo. Céntrese en ingredientes de calidad, controle las porciones y recuerde que ningún alimento por sí solo define su salud. Lo más importante es el patrón general.

Si estás planeando una noche de pizza esta semana, adelante. Pero ponle espinacas y ya está.

Preguntas frecuentes

¿Es la pizza poco saludable?

No siempre. La pizza puede estar cargada de sodio, carbohidratos refinados y carnes procesadas, pero también puede estar hecha con ingredientes frescos e integrales que ofrecen un valor nutricional real. Todo depende de la masa, la salsa, el queso, los ingredientes y el tamaño de la porción.

¿Puedo comer pizza todas las semanas?

Si la preparas con ingredientes equilibrados y vigilas las porciones, sí. Una pizza casera o de pizzería cuidadosamente elegida puede formar parte de una rutina semanal saludable. La comida rápida y las pizzas congeladas muy procesadas es mejor reservarlas para caprichos ocasionales.

¿Cuál es la pizza más sana que se puede pedir?

Elige una corteza fina, poco queso y muchos ingredientes vegetales. Evita las carnes procesadas, como el pepperoni o las salchichas, y elige proteínas magras, como pollo o pavo a la plancha. Pregunta si el restaurante ofrece corteza integral o de coliflor para obtener más fibra.

¿Es mejor la pizza que las hamburguesas?

Depende de los ingredientes. Una pizza de masa fina con verduras y queso moderado es probablemente mejor opción que una hamburguesa doble con queso y patatas fritas. Por el contrario, una pizza de masa gruesa cubierta de carne procesada puede ser más calórica y sódica que una simple hamburguesa a la parrilla.

¿Puede la pizza ayudarme a adelgazar?

Sí, si se ajusta a tus necesidades generales de calorías y nutrientes. Utiliza una masa más ligera, pon muchas verduras y acompaña la pizza con una ensalada para que te llene más sin pasarte de tus objetivos calóricos.

¿Es mala la pizza para los niños?

No, si está hecha con ingredientes frescos e integrales y se sirve en porciones razonables. La pizza casera puede ser una forma estupenda de dar a los niños una comida equilibrada e incluso de introducirles nuevas verduras.