En más populares del mundo organizador de recetas

Todas tus recetas, en tu teléfono.

Plan de comidas de 7 días para pacientes con cáncer que realmente funciona

El tratamiento del cáncer requiere mucho esfuerzo físico y emocional. Comer puede ser lo último que le apetezca, sobre todo con efectos secundarios como náuseas, cambios en el gusto o fatiga. Pero ingerir los nutrientes adecuados puede ayudar a su organismo a mantenerse fuerte, favorecer la recuperación e incluso hacer que los tratamientos sean más llevaderos. No se trata de un exigente plan gourmet con recetas de 12 pasos o ingredientes desconocidos. Se trata de una guía sencilla y realista repleta de platos prácticos y fáciles de comer que nutren sin abrumar. Tanto si eres tú quien está en tratamiento como si cuidas de alguien que lo está, este plan de 7 días está diseñado para ayudarte a sentir que tienes un poco más de control, comida a comida. Desglosémoslo.

Y si buscas un poco más de apoyo en el camino, hemos creado ReciMe para que planificar las comidas sea más fácil cuando la vida parece cualquier cosa. Tanto si estás siguiendo tú mismo un tratamiento contra el cáncer como si estás cuidando a alguien que lo está padeciendo, sabemos lo abrumadoras que pueden resultar las decisiones sobre la comida. Por eso creamos un espacio en el que puedes guardar recetas que realmente te sirven, hacer listas de la compra inteligentes en segundos y organizar las comidas en función de las necesidades de la vida real, no solo de lo que queda bien en Instagram. ReciMe simplifica el día a día, y estamos orgullosos de ser una pequeña parte de hacer que la comida se sienta un poco más manejable durante un tiempo realmente difícil.

Descarga gratuita en la App Store para iPhone y iPad

Aplicación ReciMe para Android

Por qué la nutrición es tan importante durante el tratamiento

La comida es mucho más que un combustible. Durante el tratamiento contra el cáncer, ayuda al organismo a retener los músculos, a controlar los efectos secundarios y a recuperarse de las secuelas físicas de la quimioterapia, la radioterapia o la cirugía. Sin suficientes nutrientes, la curación se ralentiza. Las defensas inmunitarias se debilitan. El cansancio se apodera de ti.

Pero la nutrición durante el tratamiento no consiste en una dieta estricta ni en los superalimentos de moda. Se trata de obtener lo suficiente de lo que tu cuerpo realmente necesita:

  • Calorías: Para evitar la pérdida de peso y mantener la energía
  • Proteínas: Para preservar los músculos y favorecer la cicatrización
  • Grasas: Para ayudar a satisfacer las necesidades energéticas cuando las comidas resultan demasiado pesadas
  • Fluidos: Para mantenerse hidratado y evitar complicaciones

No siempre es fácil comer bien cuando tienes náuseas, estás agotado o tienes llagas en la boca. Por eso, el plan de comidas "adecuado" es el que se adapta a cómo te sientes.

Principios básicos de un plan de comidas para combatir el cáncer

No existe un alimento perfecto ni una cura mágica. Pero hay algunas reglas básicas que siguen la mayoría de los planes:

  • Las comidas pequeñas y frecuentes ayudan cuando se tiene poco apetito
  • Los alimentos blandos, suaves o fríos son más fáciles con problemas bucales o digestivos
  • Los tentempiés ricos en proteínas ayudan a ganar fuerza sin llenarte demasiado rápido
  • Los alimentos ricos en fibra pueden aliviar el estreñimiento o la diarrea, según el tipo

También querrás:

  • Evitar los alimentos que aumentan el riesgo de infección (como la carne poco hecha o los productos sin lavar).
  • Cuidado con los olores de la comida si eres sensible a los olores
  • Elige comidas que no requieran mucho esfuerzo de preparación

Y lo más importante: consulte siempre a su médico o dietista antes de hacer grandes cambios en su dieta. Las necesidades de cada persona durante el tratamiento son diferentes, y lo que ayuda a una persona puede no funcionar para otra. Merece la pena recibir esa orientación.

Guía de comidas diarias

Estas comidas son prácticas, nutritivas y flexibles. Puedes cambiar los ingredientes, ajustar el tamaño de las raciones o utilizar productos de la tienda según necesites.

Día 1

Desayuno

Empieza la mañana con un bol que te abrace: gachas de arroz calientes con leche de almendras, removidas hasta que estén cremosas. Acompáñalo con un plátano pequeño. Si te gusta el dulce, un chorrito de miel no te vendrá mal. Esta combinación es suave para el estómago, te mantiene saciado y te reconforta.

Almuerzo

No te compliques la vida con una ensalada de pollo a la parrilla de gran textura y sabor, pero no pesada. Coloca capas de verduras suaves con pepino pelado y tiras finas de pechuga de pollo a la parrilla. Rocíala con aceite de oliva y un chorrito de limón; no necesitas nada extravagante. Si hoy te cuesta masticar, cambia las verduras crudas por otras blandas cocidas al vapor. Añade una rebanada de pan integral o un panecillo pequeño si necesitas un poco más.

Merienda

Coge un tazón pequeño de yogur griego (natural o ligeramente azucarado) y añádele una cucharada de miel y unas cuantas almendras picadas para darle un toque crujiente. Es cremoso, rico en proteínas y lo bastante saciante para llegar a la cena sin pasarse.

Cena

Es sencillo, limpio y satisfactorio. Hornea un filete pequeño de salmón (de unas 3 onzas) con limón y hierbas hasta que se desmenuce fácilmente. Sírvelo con media taza de quinoa esponjosa y una taza de zanahorias al vapor aparte. Rocía el plato con una cucharadita de aceite de oliva para darle sabor y grasas saludables. Es una de esas comidas que te dejan nutrido sin el bajón de después de comer.

Merienda (opcional)

¿Todavía tienes un poco de hambre? Un plátano pequeño o unas galletas integrales con una loncha de queso pueden servir. Totalmente opcional: escucha a tu cuerpo, no al reloj.

Día 2

Desayuno

Los batidos son un éxito en los días en los que masticar es una tarea pesada o simplemente no tienes apetito. Mezcla 1 taza de leche de almendras con un plátano pequeño, un puñado generoso de espinacas (no te preocupes, no las notarás) y una cucharada de mantequilla de almendras. Obtendrás fibra, proteína vegetal y grasa saludable en una forma que es fácil de sorber y fácil para tu sistema. ¿No te apetecen alimentos fríos esta mañana? Cámbialo por crema de trigo caliente con puré de plátano.

Almuerzo

La sopa de pollo es el tipo de comida que cumple una doble función: reconfortante y llena de proteínas. Cuece a fuego lento el pollo con zanahorias, apio, un poco de cebolla y caldo de verduras hasta que esté blando. Si tienes poca energía, la sopa de lentejas en lata también funciona bien, sólo tienes que elegir una opción baja en sodio. Sírvela con una rebanada de pan integral tostado para mojar. Además, se congela bien, así que puedes hacer más para después.

Merienda

Los palitos de zanahoria con un par de cucharadas de hummus son un tentempié fácil y sencillo. Si no te gustan las zanahorias crudas, cocínalas al vapor y enfríalas antes de mojarlas: igual de crujientes, menos esfuerzo. El hummus te aporta proteínas y grasas saludables para ayudarte a superar el bajón de la tarde.

Cena

La cena de esta noche es un colorido salteado de tofu. Fríe cubos de tofu en una sartén con un poco de aceite de oliva hasta que se doren y, a continuación, mézclalos con verduras blandas como calabacines, pimientos y guisantes. Un chorrito de salsa de soja baja en sodio o tamari lo une todo. Sírvelo con media taza de arroz integral. Es sencillo, satisfactorio y lo suficientemente suave incluso para los días de digestión más complicada.

Merienda (opcional)

Prueba un pastel de arroz con un poco de mantequilla de almendras o, si lo prefieres dulce, una paleta de fruta congelada hecha con auténtica fruta mezclada. Es refrescante, hidratante y fácil de disfrutar incluso si tus papilas gustativas están apagadas.

Día 3

Desayuno

A veces sólo quieres algo familiar y que te llene. Prepara un bol de copos de avena con leche o agua, tú eliges. Mientras está caliente, añade medio plátano en rodajas y una cucharada de mantequilla de cacahuete. El plátano añade dulzor natural, y la mantequilla de cacahuete le da esa riqueza satisfactoria además de proteínas. Es acogedor, sencillo y con la cantidad justa de placer para empezar el día.

Almuerzo

El almuerzo de hoy tiene que ver con el calor y la nutrición. Prepara una sopa de pollo y verduras con pollo asado desmenuzado, zanahorias, apio y un caldo ligero. Si no te apetece cocinar, puedes utilizar una sopa baja en sodio comprada en la tienda. Añade unas galletitas saladas al lado si necesitas algo crujiente. Esto se parece a algo que tu tía favorita haría cuando estás enfermo - en el mejor sentido.

Merienda

Coge un yogur griego natural y cúbrelo con un puñado de bayas, frescas o congeladas, las que tengas a mano. Si te parece demasiado ácido, añade un chorrito de sirope de arce o miel. Esta combinación consigue el equilibrio perfecto entre cremosidad, sabor afrutado y frescura. Es suave para el estómago y rico en proteínas, lo que es estupendo si se te ha quitado el apetito.

Cena

Deja que el salmón sea el protagonista esta noche. Haz a la plancha o al horno un trozo de 3 oz de salmón hasta que se desmenuce fácilmente. Sírvelo con una cucharada de puré de boniato (aliñado con un poco de aceite de oliva o una pizca de mantequilla) y una guarnición de judías verdes tiernas. Si te sientes aventurero, añade una pizca de canela al boniato; está sorprendentemente bueno. Este plato está repleto de nutrientes, pero sigue sabiendo a comida reconfortante.

Merienda (opcional)

Si sigues teniendo hambre, prueba con un tazón pequeño de compota de manzana sin azúcar con una pizca de canela o una loncha de queso blando con unas galletas integrales. Algo pequeño, sencillo y satisfactorio antes de acostarte.

Día 4

Desayuno

Empieza con un desayuno saciante pero no demasiado pesado. Tuesta una rebanada de pan blanco y cúbrela con puré de plátano (basta con un cuarto de plátano). Espolvoréalo con una pizca de canela si quieres darle un toque salado. Añade un huevo pasado por agua o escalfado para aumentar las proteínas. Si te quedas con hambre, añade unas rodajas de melón maduro o melón cantalupo. Esta comida es suave, fácil de comer y está repleta de grasas saludables y proteínas.

Almuerzo

Un tazón caliente de sopa de zanahoria y jengibre tiene todas las cualidades necesarias: es relajante, sabrosa y agradable para el estómago. Puedes prepararla desde cero cociendo a fuego lento zanahorias picadas con jengibre y cebolla en caldo vegetal, y luego licuándola hasta que quede suave como la seda. También puedes comprar una versión en la tienda con ingredientes limpios. Añade un chorrito de leche de coco para darle un poco de cremosidad. Sírvelo con una rebanada de pan integral tostado o un panecillo blando para darle un poco de textura sin saturar tu organismo.

Merienda

Mezcla un plátano con leche de almendras y una cucharada de mantequilla de cacahuete para obtener un tentempié suave y saciante que también tiene algo de postre. Si los alimentos fríos no son lo tuyo hoy, prueba a calentar la leche de almendras y triturar el plátano en su lugar - mismo sabor, sensación diferente. De cualquier manera, es una victoria rápida cuando la energía es baja.

Cena

La cena de esta noche es un salteado a base de plantas que es grande en sabor y suave en la digestión. Saltea ligeramente cubitos de tofu en aceite de oliva hasta que estén dorados, luego añade arroz jazmín al vapor y verduras salteadas como calabacín, judías verdes o pimientos tiernos. Un chorrito de tamari o salsa de soja baja en sodio lo une todo. Si no tienes apetito, omite el tofu y céntrate en el arroz y las verduras: es flexible y sigue estando lleno de bondades.

Merienda (opcional)

Prueba a tomar una taza de infusión caliente con unas galletas integrales o, si te apetece picar algo, una rebanada de pan tostado con mantequilla de almendras. Hazlo sencillo y con poco esfuerzo: lo que te reconforte en ese momento.

Día 5

Desayuno

Dale a tu mañana un comienzo acogedor con dos rebanadas de tostadas francesas integrales. Reboza el pan en una mezcla de 1 huevo, un chorrito de leche y una pizca de canela, y luego cocínalo en una sartén ligeramente engrasada hasta que se dore. Cubrir con rodajas de plátano maduro, sin necesidad de sirope. Este es un capricho, pero equilibrado con proteínas, fibra y la cantidad justa de dulzor.

Almuerzo

El congee de pollo (también conocido como gachas de arroz) es una opción cuando el estómago necesita algo suave. Hierve arroz blanco en abundante caldo hasta que se deshaga y se vuelva cremoso. Añade un poco de pollo desmenuzado y añade cebolletas si quieres darle un toque de sabor. Es relajante, caliente y muy fácil de digerir. Además, puedes hacerla en lote y recalentarla cuando necesites algo rápido.

Merienda

Sirve media taza de requesón con suaves rodajas de melocotón. Si no te gusta la textura, también puedes batir el requesón y utilizarlo como salsa. Esta combinación te aporta proteínas, un poco de dulzor y una sensación refrescante perfecta para recargar las pilas por la tarde.

Cena

La cena de esta noche es una maravilla de una sola sartén: pasta integral mezclada con pavo molido magro, espinacas tiernas, ajo y un chorrito de aceite de oliva. Si no te apetece el ajo o las especias en este momento, basta con un poco de sal y aceite de oliva. Las espinacas se deshacen en la pasta, por lo que son suaves y fáciles de comer. Añade un poco de parmesano rallado si quieres un poco más de sabor.

Merienda (opcional)

Coge unas galletas graham, una tacita de leche caliente (láctea o no) o un pastel de arroz normal con un poco de queso crema. Es sencillo y se asienta fácilmente si estás terminando la noche.

Día 6

Desayuno

Avena nocturna al rescate. Mezcla ½ taza de copos de avena con ¾ de taza de leche de almendras (o la leche que prefieras), un puñado de arándanos y una cucharadita de semillas de chía. Déjalo reposar toda la noche en la nevera para poder tomarlo por la mañana. Es cremoso, frío y fácil de comer, perfecto para los días en que las comidas calientes parecen demasiado.

Almuerzo

Prepara una sencilla ensalada de huevo con dos huevos duros, una cucharada de mayonesa light y una pizca de mostaza. Tritúralo hasta que quede cremoso y úntalo en pan integral con una hoja de lechuga para darle un toque crujiente. Si te apetece, añade unas rodajas de pepino o unos tomates cherry. Este es un almuerzo fácil de preparar que cumple con todos los requisitos nutricionales.

Merienda

La compota de manzana (sin azúcar) con una pizca de canela es un tentempié rápido y suave que no requiere masticación ni mucho esfuerzo. Además, la canela puede ayudarte a potenciar el sabor cuando tus papilas gustativas no se sientan bien. Si quieres algo más sustancioso, añade unos palitos de pretzel o una cucharada de mantequilla de frutos secos.

Cena

Prepara y olvídate: el estofado de ternera es tu triunfador de la noche. Utiliza trozos de ternera magra, zanahorias, patatas y tubérculos blandos como chirivías o nabos. Cuécelo todo a fuego lento en caldo bajo en sodio hasta que esté tierno. No te preocupes si no lo preparas desde cero: una versión comprada en la tienda o un plato congelado también sirven, sólo tienes que comprobar el sodio en la etiqueta. Sírvelo caliente, en un bol, quizá con un panecillo blando al lado si tienes mucha hambre.

Merienda (opcional)

Unas lonchas de queso blando con galletas integrales, o un plátano caliente machacado con canela, pueden ser una buena forma de acabar el día. Hazlo ligero y confía en tu apetito: algunas noches querrás probar bocado, otras no.

Día 7

Desayuno

Empieza el día con un tazón caliente de crema de trigo. Prepárala con la leche que prefieras (láctea o no láctea) y añade plátano en rodajas mientras se cocina para darle un toque dulce y cremoso. Añade una pizca de canela si te parece bien. Este desayuno es fácil de digerir, agradable de comer y se prepara en menos de 10 minutos.

Almuerzo

La batata al horno es la protagonista de hoy. Mete uno en el horno o en el microondas hasta que esté tierno, luego ponle por encima pollo asado desmenuzado y un chorrito de aceite de oliva o tahini para enriquecerlo. Obtendrás fibra, proteínas y nutrientes antiinflamatorios en un tazón suave y colorido. Si quieres algo verde de acompañamiento, unas judías verdes al vapor o unas espinacas marchitas pueden completarlo sin mucho esfuerzo.

Merienda

Refréscate con una paleta de fruta congelada. Busca los que están hechos con fruta de verdad y sin azúcar añadido, o haz los tuyos mezclando bayas con agua de coco y congelándolos en moldes. Es refrescante, hidratante y un buen capricho si tienes la boca seca o cambios de sabor.

Cena

Termina la semana con un sustancioso guiso de lentejas y verduras. Sofríe las cebollas, las zanahorias y el apio en un poco de aceite de oliva, añade las lentejas y los tomates troceados y cuece a fuego lento con caldo bajo en sodio hasta que todo esté blando y guisado. Añade un puñado de espinacas al final para darle un toque más verde. Si esta noche no te apetece cocinar, puedes optar por una sopa de lentejas en lata con verduras congeladas. Sírvela con pan integral blando para mojar.

Merienda (opcional)

Esta noche, tal vez sea una pequeña taza de té de manzanilla con una rebanada de pan tostado y mantequilla de almendras, o simplemente un puñado de cereales secos si eso es todo lo que suena bien. Tú decides, a estas alturas ya sabes lo que tu cuerpo necesita.

Este plan de 7 días no trata de la perfección. Se trata de respetar tu cuerpo de formas pequeñas y factibles, incluso cuando el tratamiento te haga sentir que comer es un desafío. Algunos días tendrá apetito, otros no, y eso está bien. Lo más importante es mantenerse nutrido, hidratado y permitirse adaptarse sobre la marcha.

Cambios inteligentes para efectos secundarios comunes

Ningún plan de comidas funciona todos los días. Si tienes problemas con los efectos secundarios, prueba estos ajustes personalizados:

Si tiene náuseas:

  • Coma alimentos fríos, como batidos o yogures.
  • Té de jengibre o agua con limón
  • Evitar las comidas fritas o grasientas

Si tiene llagas en la boca:

  • Elige alimentos blandos y húmedos como el tofu, el requesón y la avena.
  • Evite los alimentos cítricos, picantes o crujientes
  • Coma a temperatura ambiente en lugar de platos calientes

Si se siente lleno rápidamente:

  • Añada grasas saludables para aumentar las calorías (por ejemplo, aguacate, aceite de oliva)
  • Pruebe a hacer comidas más pequeñas cada 2-3 horas

Si estás estreñido:

  • Aumentar la fibra gradualmente (como avena, bayas, lino)
  • Beber más líquidos

Si tiene diarrea:

  • Coma más fibra soluble (plátanos, arroz blanco, puré de manzana)
  • Reduzca temporalmente el consumo de alimentos ricos en grasa y fibra.

Alimentos que deben limitarse o evitarse durante el tratamiento

La seguridad alimentaria es más importante durante el tratamiento. Con un sistema inmunitario más débil, aumenta el riesgo de infección por alimentos contaminados. Extreme las precauciones:

  • Carnes, huevos o mariscos crudos o poco cocinados
  • Productos lácteos no pasteurizados
  • Carnes frías a menos que se recalienten al vapor
  • Frutas o verduras sin lavar
  • Restos caducados o dudosos

Ten cuidado también:

  • Bebidas azucaradas o aperitivos con calorías vacías
  • Alimentos muy procesados con conservantes o exceso de sodio
  • Alcohol, que puede interferir con la medicación y la hidratación

Reflexiones finales

La nutrición durante el tratamiento del cáncer no tiene por qué ser perfecta. Sólo tiene que ser posible. El mejor plan de comidas es el que se adapta a tu situación: apetito desordenado, antojos extraños, poca energía y todo eso.

Si no sabe por dónde empezar o le cuesta comer lo suficiente, hable con un dietista titulado. Puede ayudarte a hacer cambios sencillos y realistas que se adapten a tu cuerpo, a tu tratamiento y a tu vida.

Ya tienes bastante. Deja que tu comida sea una cosa menos de la que preocuparte.

Preguntas frecuentes

¿Puedo personalizar este plan de comidas en función de mis efectos secundarios?

Por supuesto. Este plan es un punto de partida flexible, no un reglamento rígido. Si tiene náuseas, llagas en la boca o cambios de sabor, no dude en cambiar comidas o ajustar texturas. Lo más importante es que usted está recibiendo los nutrientes que su cuerpo necesita de una manera que se siente factible para usted. Tú eres quien mejor conoce tu cuerpo.

¿Y si no puedo cocinar todos los días?

Totalmente comprensible. Los niveles de energía pueden ser impredecibles durante el tratamiento. Cocinar por lotes, preparar con antelación o recurrir a atajos comprados en la tienda está más que bien.

¿Necesito contar calorías o hacer un seguimiento de las macros?

No, a menos que su médico o dietista se lo digan. Lo importante aquí es la alimentación, no los números. Si comes una variedad de alimentos integrales y escuchas a tu cuerpo, ya estás haciendo algo bueno por ti.

¿Debo consultar a un dietista antes de empezar este plan?

Sí, siempre. Las necesidades de cada persona durante el tratamiento del cáncer son diferentes. Un dietista titulado puede ayudarle a adaptar sus comidas a su tratamiento, síntomas y preferencias. Este plan está pensado para apoyar esas conversaciones, no para sustituirlas.